La inversión es una actividad que, sin los conocimientos suficientes, puede conllevar muchos riesgos. Sin embargo, hay inversiones más arriesgadas que otras: por ejemplo, invertir en bolsa sin experiencia bursátil o financiera puede no ser lo más adecuado. O incluso invertir en los activos más rentables o más en boga, como es el caso de los bitcoin.
Sin embargo, aunque toda inversión conlleva ciertos riesgos, existen formas de invertir que pueden resultar menos arriesgadas o incluso vehículos de inversión que se pueden adaptar al perfil de riesgo del inversor. Uno de estos productos son los fondos de inversión.
¿Qué es un fondo de inversión?
La definición académica de fondo de inversión es que es una Institución de Inversión Colectiva (IIC). Estas IIC toman el dinero que aportan los partícipes (es decir, las personas que invierten sus ahorros) a través de la compra de participaciones y utilizan el conjunto del dinero aportado (esto es, el capital) para invertirlo en instrumentos financieros, como acciones de empresas o bonos. De esta inversión se encarga un gestor de inversiones, o sociedad gestora.
Cada fondo tiene un objetivo (por ejemplo, hacer crecer el capital a largo plazo o los ingresos) e invierte en una serie de empresas o mercados concretos (hay fondos que solo invierten en mercados de renta fija u otros que solo invierten en empresas que contribuyan a preservar el medio ambiente).
Teniendo en cuenta estos objetivos y mercados, así como la política y la estrategia de inversión del fondo pertinente, la sociedad gestora invertirá el capital. De esta forma, al contribuir con sus ahorros a un fondo, los partícipes podrán invertir su dinero en mercados a los que no podrían acceder de haberlo hecho por ellos mismos.
Además, las inversiones cuentan con la experiencia de sociedades y gestores de inversión profesionales y los fondos de inversión están obligados a comunicar cualquier cambio en sus políticas u objetivos de inversión, así como a publicar informes en los que se detalle en qué se invierte el capital y las ganancias (o pérdidas) registradas durante cualquier ejercicio financiero. Por lo tanto, los partícipes están informados en todo momento de lo que pasa con su dinero.
¿Cómo funciona un fondo de inversión?
Tras haber escogido un fondo de inversión que mejor se adapte a sus necesidades (por ejemplo, si quieres mantener tus ahorros durante mucho tiempo en un fondo, puedes optar por un fondo a largo plazo), el partícipe compra participaciones de un fondo. Estas participaciones son partes del patrimonio de un fondo (esto es, el valor total de los activos del fondo) y su precio se determina dividiendo el patrimonio del fondo entre las participaciones en circulación en cada momento (lo que se conoce como «valor liquidativo»).
La compra de participaciones de un fondo se conoce como «suscripción»; según las circunstancias y el fondo, habrá periodos en los que se puedan suscribir participaciones y otros en los que no. También es posible que se exija un importe mínimo de suscripción para poder invertir en el fondo. Recuerda que, si deseas invertir en un fondo, pero no tienes dinero suficiente, puedes recurrir a un préstamo rápido para reunir lo que necesitas.
Por otro lado, los partícipes pueden vender en cualquier momento, o en determinadas circunstancias, participaciones del fondo en el que inviertan. A este proceso se le denomina «reembolso».
Por lo general, ambos procesos acarrean comisiones, así que te aconsejamos que leas bien el apartado de comisiones y gastos del folleto del fondo en cuestión para evitar sorpresas.
Una vez hayas comprado participaciones, la gestora del fondo empleará ese dinero, junto con el del resto de partícipes, para invertirlo en una serie de activos en función de sus características. Si el valor de esos activos sube o baja, esto se reflejará en los resultados del fondo, los cuales podrán reflejar ganancias o pérdidas.
Como ya hemos mencionado, todos los fondos tienen un folleto (actualmente, el Documento de datos fundamentales para el inversor) en el que se recogen sus características, entre ellas, los riesgos que conlleva invertir en el fondo en cuestión. Debes leerlo detenidamente para determinar si, efectivamente, la inversión en ese fondo se adapta tanto a tus propios objetivos de inversión como a tu disposición a asumir más o menos riesgos.
¿Invertir en un fondo de inversión es para mí?
Si no sabes si invertir en un fondo es para ti o no, te recomendamos que acudas a un asesor financiero, ya que te ayudará a determinar el tipo de fondo más adecuado para ti en función del riesgo que estás dispuesto a asumir, si quieres recuperar el capital más ganancias (o no) a corto o a largo plazo, etc. En definitiva, un asesor te podrá ayudar a determinar tu perfil de inversor.
En función de este perfil de inversor, podrás decantarte por alguno de los fondos de inversión del mercado. La gama de fondos es inmensa, pero, en general, los principales tipos de fondos de inversión son:
- Fondos de renta fija: si prefieres no asumir riesgos, es decir, si eres un inversor con un perfil más conservador, este es el tipo de fondos ideal para ti, ya que invierten gran parte de su capital en bonos emitidos por gobiernos o empresas consolidadas, letras del Tesoro, etc. Es una inversión más segura, pero su rentabilidad suele ser menor.
- Fondos de renta variable: estos fondos son para inversores más propensos al riesgo. La rentabilidad suele ser mayor, pero también sus riesgos.
También existen otros fondos, como los mixtos —más conservadores, que invierten parte de su patrimonio en renta fija y otra en renta variable para diversificar aún más— o fondos con mayor riesgo, como los hedge funds, también denominados fondos de inversión libre o de alto riesgo.
Ventajas fiscales
Uno de los principales atractivos de los fondos de inversión es que el partícipe únicamente tributará sus participaciones cuando las reembolse. En cambio, si reembolsas las participaciones de un fondo (es decir, las vendes) y el dinero obtenido lo reinviertes en otro fondo, no tendrás que declarar las ganancias obtenidas a Hacienda.
Por otro lado, los partícipes se pueden deducir los gastos derivados de la suscripción y el reembolso de participaciones. En cualquier caso, te recomendamos que consultes con un asesor fiscal acerca de la fiscalidad de estos productos de inversión.